Del futuro de los hospitales, como del sistema sanitario en su conjunto, llevamos años reflexionando sin que se haya alcanzado todavía -estando en realidad lejos de atisbar- una solución definitiva a los muchos y variados problemas planteados. El último esfuerzo intelectual de indudable calado lo están haciendo en equipo la Sociedad Española de Directivos de la Salud (Sedisa), la Asociación Nacional de Directivos de Enfermería (ANDE) y la Escuela Andaluza de Salud Pública (EASP). Tres primeros espadas cuyo trabajo promete y es aguardado con gran expectación.
Diario Médico ha ofrecido los primeros detalles del informe. Se titulará El futuro de los hospitales, recogerá las aportaciones de 60 expertos y servirá como plataforma de reflexión para el próximo Congreso Nacional de Hospitales. El presidente de este cónclave científico imprescindible para la gestión sanitaria que se hace en España es Manuel Huerta, gerente de la Agencia Pública Empresarial Sanitaria Bajo Guadalquivir y uno de los hombres fuertes de Sedisa. A su juicio, el documento no persigue definir cómo será el hospital del futuro, sino más bien replantear su papel en el sistema asistencial.
Los tiros apuntan a un hospital que cederá importancia a su entorno, que se configurará como un espacio asistencial de continuidad y con trabajo en red. Una pieza más del sistema, no la única ni tampoco la imprescindible, como en tantas ocasiones ha parecido ser. Y volcada por completo a la alta complejidad, lo que en realidad es decir una muy pequeña parte de las obligaciones asistenciales de los servicios de salud.
La reflexión se articula en diez líneas de trabajo, como explica en detalle la información firmada por Rosalía Sierra: diseño y funcionalidad de los hospitales; gobernanza y liderazgo; papel de los profesionales; papel de la ciudadanía y relaciones con el paciente; seguridad del paciente; medidas de la mejora de la eficiencia; evaluación del desempeño; nuevas tecnologías; continuidad asistencial, y papel del sector privado. Prácticamente nada escapa al análisis de los expertos, en busca de un pronunciamiento que pueda lograr el mayor de los reconocimientos en el sector, independientemente de que se comparta o no su contenido final.
Mucho tendrán que cambiar los grandes –y viejos- hospitales de agudos que ocupan gran parte de las preocupaciones recurrentes de los servicios públicos de salud. Su preeminencia es hoy tan palpable como hace treinta años, si no más aún, todo ello pese a que la reflexión de los gestores y la propia realidad asistencial están desmontando, día a día, sus argumentos más indiscutibles. Por eso, decir que los hospitales tienen que cambiar no quiere decir que necesariamente vayan a cambiar.
De otro lado, cabe convenir que, de hecho, los hospitales ya están cambiando, llevan tiempo incorporando planes y estrategias que eran impensables no hace mucho. Pero las reformas más profundas, algunas de ellas enunciadas y planteadas desde las más altas instancias políticas, han terminado chocando con una realidad compleja, en la que los temores del entorno han marcado la agenda con mayor efectividad que cien sesudos informes como el que preparan ahora Sedisa, ANDE y la EASP. Ojalá el que verá la luz en breve no caiga en la intrascendencia que acompañó la realidad de muchos de sus predecesores.