Las elecciones autonómicas en el País Vasco y Galicia han traído al primer plano del interés a los titulares de su sanidad, el consejero Jon Darpón y el conselleiro Vázquez Almuiña. Más gestor que político el primero -aunque como repita cargo se van a ir cambiando las tornas- y más político que gestor el segundo, aunque sea también médico, hay más diferencias entre ambos personajes que se han puesto claramente de manifiesto en el tratamiento informativo realizado estos días en la prensa especializada.
Resumiendo, Darpón ha aparecido mucho y Vázquez Almuiña no ha aparecido nada. Cabría concluir que el primero es un valor seguro para su formación, el PNV, y el segundo bastante ha tenido con dirigir y gestionar una sanidad últimamente tan conflictiva como la gallega. Pero visto y leído de esta manera, parece que Darpón es una autoridad incuestionable y Vázquez Almuiña es un cargo transitorio que más valía ocultar en un momento tan delicado como la campaña electoral.
Tanto en Diario Médico, como en Redacción Médica o Gaceta Médica, Darpón se ha paseado por estos medios con titulares para todos los gustos: “Avances en sociosanitario, consultas no presenciales, infraestructuras y paliativos”; “El problema con los gerentes no es político, es que falta gente nueva”; “Corresponsabilizar a todos los agentes y pagar por resultados”. ¿Y Vázquez Almuiña? Pues yo, desde luego, no le he visto. Ni en DM, cuya información referida a las elecciones (“La Xunta presume de lo que la oposición critica”) está curiosamente ilustrada con el gerente del Sergas, Antonio Fernández Campa. Y en el debate organizado por GM (“Reforzar la AP y mejorar la carrera profesional, propuestas para el 25-S”) entre las distintas fuerzas políticas gallegas, la representación del PP la asumió el portavoz sanitario en el Parlamento, Aurelio Núñez.
A la luz de estas evidencias, se diría que el lehendakari Urkullu volverá a confiar la sanidad vasca a Darpón para lograr su prioridad: mantener la concepción de servicio público, universalizado, algo que parece en duda o cuestión y que, al reafirmarlo, se convierte en mérito político. Interesante. También habrá que seguir al consejero en sus futuros nombramientos, una vez conocido su criterio de que el problema con los gerentes no es político, sino que echa en falta masa crítica de directivos capaces de hacerse con las riendas de los hospitales. Lo cual es seguramente cierto. Ahora bien, la respuesta no puede ser, de ninguna manera, dejar los centros asistenciales en manos inexpertas o, lo que es peor, partidistas.
Y del mismo modo, cabe pensar que Vázquez Almuiña ya ha prestado su servicio a la sanidad gallega, sustituyendo en un momento muy delicado a la guerrera Rocío Mosquera y aportando sentido político a una Conselleria crucial para el presidente Núñez Feijóo, por su impacto económico y por el vínculo personal que le une a todo lo sanitario por su pasado en el Ministerio y en el Insalud. Quizá el futuro esté reservado para nuevos nombres que habrán de hacer frente a cuestiones importantes como la cronicidad o la accesibilidad del sistema gallego. Sin olvidar que en Galicia, debido a la diversidad de fuerzas opositoras (PSdG, En Marea, Podemos, BNG), la sanidad seguirá formando parte del habitual y bronco debate político.