Carmen Montón dimitió de su cargo de ministra de Sanidad, Consumo y Bienestar Social apenas tres meses después de haber tomado posesión del cargo. Su efímero paso por el Ministerio no tiene nada que ver con su propuesta sanitaria ni con su acción de Gobierno ni siquiera con algún problema sobrevenido, de esos que de vez en cuando se dan en el sector. Pero la sanidad vuelve a sufrir en carne propia la cara amarga de la política en este país, donde los acontecimientos suceden deprisa y no hay tiempo para tomar apenas decisiones. Al menos como se tomaban antes.
El diario ConSalud ha hecho el ejercicio de mirar hacia atrás y buscar ministros más longevos y no ha tenido más remedio que retroceder (bastante) en el tiempo. Se ha encontrado con José Manuel Romay, el primer ministro de Aznar, que aguantó una legislatura completa (1996-2000) y con Julián García Vargas, que es quien más ha durado en el cargo de los 17 ministros de Sanidad que ha contado ya la democracia: nada menos que cuatro años y ocho meses, un tiempo que hoy parece sencillamente imposible de igualar.
Lo que va de García Vargas a Montón es un país en el que la política importa más, bastante más que las necesidades de un sector tan aparentemente esencial, y sin embargo tristemente prescindible y casi irrelevante para el Gobierno central, como la sanidad. García Vargas lleva siendo una autoridad sanitaria desde hace tiempo, por encima de signos políticos. Y seguramente, ello ha sido posible gracias a que, con sus aciertos y errores, pudo llevar adelante un programa de gobierno, una propuesta sanitaria, con tiempo suficiente para llevarla a cabo.
Montón no ha parado de recibir críticas y críticas en esta semana funesta para ella. Pero es cierto que en solo tres meses ha conseguido modificar una norma esencial en el sector (el real decreto-ley que garantiza la atención sanitaria universal) que le habría permitido sentar las bases de un plan de gobierno para acometer otras reformas fundamentales que llevan tiempo en espera. Nos quedaremos con la duda de lo que podría haber hecho Montón en una legislatura (o como mínimo, en media) si la política -y su dichoso máster- no hubiera vuelto a zarandear a la sanidad. La misma duda que se nos quedó con Montserrat, Alonso, Mato, Pajín, Jiménez, Soria…
Ojalá que la nueva ministra María Luisa Carcedo disponga de tiempo. De más tiempo de gobierno.