¿Es lo mismo ser líder que gestor?, se pregunta Julio Mayol en Diario Médico para hacer una interesante reflexión sobre el perfil de los macrodecisores, como denomina a los directivos de la salud. Cirujano y director médico, Mayol destaca por su capacidad para dibujar una nueva idea de lo que debe ser la gestión sanitaria: más innovadora, menos clásica, ciertamente rompedora. Pertenece a uno de los grandes hospitales del país, el Clínico de Madrid, y en ese mismo vínculo puede que esté su mayor reto, porque no es fácil cambiar la cultura de los centros consagrados. Y está convencido de que los médicos creen cada vez más en la gestión clínica y reclaman mayores cuotas de liderazgo en el sistema.
En su artículo, Mayol se fija en los médicos, en sus decisiones diarias, aparentemente rutinarias, pero que tienen un notable impacto en el (buen) uso de los (pocos) recursos disponibles. A su juicio, los profesionales van interiorizando, cada vez con mayor certidumbre, el alcance del término valor en salud, y su actividad asistencial ya no se entiende sin la consideración del resultado. Y aunque no dice literalmente que los médicos son los que mejor pueden dirigir un hospital, sí ofrece datos que invitan a pensar en que así es. Aunque a renglón seguido, le asalten dudas sobre la máxima y su posible extensión hacia otros ámbitos del sistema.
Responde no a la analogía entre líderes y gestores, lo cual parece hasta evidente si se recuerdan los nombres de algunos gerentes cuyo perfil es inversamente proporcional al tamaño del hospital. Da algunas claves para diferenciar roles: el líder es capaz de situar a una organización en pos de su objetivo, mientras que el gestor está solo pendiente del cumplimiento de los objetivos más inmediatos; el líder nace y se entrena, el gestor se forma de manera reglada… y hasta aburrida, le falta decir. Y brinda la conclusión: las organizaciones sanitarias del siglo XXI, y no solamente los hospitales complejos, necesitan líderes que las dirijan. Los simples gestores no sirven.
Tampoco valen los políticos que aterrizan de repente en el sector, sin saber apenas de él. “Para ser buen gestor, hay que conocer bien el sector, se sea o no médico”, sostiene Mayol, en lo que bien pudiera ser un clamor de toda la Sanidad, que debería retumbar en los oídos del próximo presidente en los días previos a la presentación de su nuevo Gobierno. El problema es que parece que los últimos presidentes no quieren ministros de Sanidad gestores, sino políticos y bien políticos, entendiendo esta cualidad como una clara deficiencia en el conocimiento del sector. Y la actual inquilina del Ministerio es un claro ejemplo en este sentido, aunque no sea la primera ni seguramente la última.
Mayol concluye con un claro alegato a favor de la formación, a poder ser especial. Porque la Sanidad no parece cualquier cosa: ni sus servicios, ni sus dispositivos, ni su reglamentación, ni la asignación de los recursos ni la implementación de decisiones. Desconocer las peculiaridades del sistema sanitario conduce inevitablemente a una gestión sin calidad. Y ocurre lo mismo, y este es un gran aviso para las nuevas generaciones de profesionales, con la medicina ejercida sin conocimientos sobre organización ni gestión. Ya sean médicos, gestores, líderes o los tres en uno, todos necesitan formación al cubo, sostenida y recurrente.