NUEVA OPORTUNIDAD PARA DESPOLITIZAR LA GESTIÓN

Echaniz

Ni el sorprendente triunfo electoral del PP, ni los decepcionantes, por diversas razones, resultados de PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos van a cambiar la percepción de que la nueva legislatura que comienza es una nueva oportunidad para despolitizar la gestión sanitaria. Los cuatro partidos coinciden en este propósito, lo que ya es difícil de por sí, con lo que solo este acuerdo teórico, en los programas, debería ser el mejor punto de partida.

De hecho, la despolitización de la gestión es, junto a las medidas para dar más voz y corresponsabilidad al paciente, el único compromiso compartido por las cuatro fuerzas políticas más importantes del país. Esta es la evidencia más palpable de que el sueño de los directivos de salud es posible, por lo menos políticamente, aunque también puede ser una muestra de que para despolitizar no vale solo con la voluntad, porque bien es cierto que hasta ahora pocos avances sustanciales ha habido.

Visto lo visto hasta ahora, acabar con la despolitización es una propuesta que queda muy bien en los programas electorales, especialmente de los partidos que finalmente no alcanzan la posibilidad de gobernar y de llevar a la práctica sus promesas. Pero impulsar decididamente la profesionalización de los directivos sería en realidad harina de otro costal, un reto interesante y positivo, pero poco factible y seguramente inútil, a los ojos de muchos políticos que ven en la medida más inconvenientes que virtudes.

Tras los últimos procesos electorales, hemos tenido oportunidad de comprobar cómo se afianza la costumbre de aplicar el criterio de la confianza, o directamente del amiguismo, para renovar las direcciones de los centros sanitarios, con arreglo a los nuevos designios políticos salidos de las urnas. Ni rastro de la tan cacareada profesionalización, que solo recuerdo, aunque de manera incompleta y no poco controvertida, con el programa del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha (Sescam) para incorporar a gerentes mediante convocatoria pública, valorando méritos y midiendo capacidades. La primera incorporación bajo esta modalidad fue la de Francisco Javier Godoy al Área Integrada de Cuenca. El ejemplo fue interesante, pero no parece haber prosperado, ni con el Gobierno que lo impulsó ni con el nuevo que está ahora al mando.

Uno de los padres de esta iniciativa fue el flamante nuevo diputado del PP por Madrid y ayer portavoz popular en la cobertura electoral que realizó La 1 de TVE, José Ignacio Echániz. El exconsejero de Sanidad de Castilla-La Mancha, y también de la Comunidad de Madrid, es partidario de la profesionalización y de hecho fue de los políticos que más contribuyó a acuñar un nuevo término, que no parece haber cuajado del todo: MIR de Gestión, para posibilitar un óptimo aprendizaje de los conocimientos que se deben manejar para ser directivo de salud.

Es pronto para aventurar qué papel aguardará a Echániz en esta nueva legislatura, si en la tarea legislativa para la que ha sido elegido o para labores más ejecutivas, en línea con anteriores responsabilidades ejercidas tanto en la Administración General del Estado como en las comunidades autónomas. Pero de lo que no hay duda es que, con el triunfo del PP, el Sistema Nacional de Salud volverá a disponer de otra oportunidad para que los gerentes dejen de ser elegidos a dedo y puedan mantener su puesto, independientemente de los cambios de gobierno.

Para conseguir la profesionalización de los directivos, que es tan sencillo como decir la preeminencia de la gestión, hay una clara mayoría, seguramente absoluta, y no debería haber mayor impedimento que el mostrado hasta ahora: que el partido gobernante se decida a legislar, con un amplio respaldo, y que ponga sobre el papel lo que es coincidencia y acuerdo en la teoría.

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