PAÍS VASCO, CONTRA LA DIFUMINACIÓN DE PRIMARIA

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Darpón presume de modelo sanitario ante Poch (Real Academia de Medicina) y Para (Fundación Bamberg). (Acta Sanitaria)

El consejero de Salud del País Vasco, Jon Darpón, y todo su equipo gestor han aterrizado en Madrid para presumir de modelo sanitario, seguramente con toda la razón. No hay sanidad que haya mantenido prestigio y resultados a lo largo del tiempo como la vasca. Y también parece que ha sido la primera en responder al reto de la cronicidad y del envejecimiento. Sus organizaciones sanitarias integradas (OSI) son la respuesta al excesivo desarrollo de los grandes hospitales y la ausencia de una atención continuada y completa. Y también pretenden ser el mejor remedio contra la imparable difuminación de la atención primaria, palpable en muchos servicios de salud, no solamente el vasco.

La Fundación Bamberg y la Real Academia Nacional de Medicina le han dedicado toda una jornada monográfica a la sanidad vasca, “un referente de organización y servicio de calidad”. Y hasta Madrid, gracias al laboratorio Lilly, se ha venido el organigrama entero del Departamento de Salud: desde el consejero Darpón hasta el sempiterno director de Farmacia, Iñaki Betolaza, pasando por el viceconsejero Iñaki Berraondo, la directora general de Osakidetza, Mª Jesús Múgica, así como otros altos cargos y gerentes de hospital. No es habitual prestar tanta atención a un solo sistema sanitario, pero es cierto que la sanidad vasca genera un interés constante en sus propuestas de gestión y en sus resultados asistenciales.

El modelo sanitario vasco en 2018 no se explica sin aludir a las OSI, que no son sino una nueva manera (otra más) de intentar una mejor coordinación entre niveles asistenciales, para que los hospitales no lo sean todo y la primaria no se siga difuminando ante la perplejidad de los mismos que la atribuyen la condición de puerta de entrada al sistema. Darpón cree que la ausencia de una atención sanitaria integral tiene su origen en las debilidades de la Ley General de Sanidad, que habría apostado sin disimulo por la preponderancia hospitalaria. Esta situación ha sido tradicionalmente un inconveniente, pero ahora va radicalmente en contra de lo que nos está indicando la epidemiología: la mitad de los pacientes hospitalizados es mayor de 65 años. No hay otro remedio que modificar la respuesta asistencial que se le da a esta realidad.

País Vasco lo está haciendo con las OSI, “que permiten aglutinar unidades de atención primaria con un hospital de referencia y que refuerzan el papel de la enfermería, más centrada en la práctica de cuidados que en la ejecución de tareas”. Pero el impulso coordinador no se detiene en el ámbito sanitario: alcanza a “los servicios sociales para los pacientes mayores y con patologías complejas gracias al Consejo de Atención Sociosanitaria, que tiene en su horizonte 2020 dar su mejor respuesta a los colectivos vulnerables, crónicos y en situación de dependencia”.

El viceconsejero Berraondo ha abundado en la definición de la atención integrada “como un cambio de modelo de relación entre los profesionales, mediante un enfoque poblacional y proactivo”. Entre sus objetivos está evitar la descompensaciones de los pacientes crónicos, pasar de una atención fragmentada a otra basada en la colaboración mediante un cambio cultural y de gobernanza, que permite saltar la brecha entre primaria y atención especializada. Los 14.000 pacientes complejos que hay en País Vasco requieren “rutas asistenciales, un sistema de información único y toda la dedicación y tiempo que se precisa para empoderar a los pacientes”.

Mientras tanto, pese a los esfuerzos de las administraciones por sostener a la primaria, aunque sea con la excusa de la coordinación, los profesionales parecen cada día más desencantados. Ante la próxima elección de plazas MIR, José Luis Llisterri, presidente de Semergen, ha lamentado que los estudiantes sigan fascinados con los hospitales y se olviden de elegir Medicina Familiar y Comunitaria. Falta información sobre el primer nivel y su importancia, ya en la universidad, para que los futuros profesionales demanden más este destino, que es hacia donde parece que camina la población. Eso sí, el sistema todavía se resiste, sigue siendo hospitalocentrista y, en el fondo, vive de espaldas a la atención primaria.

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