Una nueva ministra y dos nuevas consejeras, en Cataluña y Comunidad Valenciana, han vuelto a poner de manifiesto lo efímero de la política, lo habitual de los cambios en las autoridades que dirigen el Sistema Nacional de Salud y lo difícil que es, de esta manera, impulsar medidas y estrategias de largo plazo. Pero, ¿cómo eludir el enorme impacto que los nombramientos políticos tienen en el devenir de la sanidad? Un exconsejero parece haber encontrado la respuesta, ahora que es consultor. Pero tampoco será fácil llevarla a cabo.
Rafael Bengoa, cuyo nombre se ha manejado públicamente en algunas de las quinielas para ministro de Sanidad del nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, es partidario de acabar con el ordeno y mando de los altos cargos, el que seguramente él ejerció cuando fue el máximo responsable de la sanidad vasca entre 2009 y 2012. Así lo ha puesto de manifiesto en las XIV Jornadas de la Fundación Signo, señalando sin titubear a su sucesor: “¿Cómo va a saber un consejero de Salud más que los 30.000 trabajadores de Osakidetza?”. La respuesta parece apuntar hacia el no; cabría preguntarse si también en su caso.
A su juicio, el cambio debe venir desde dentro, la sanidad no se puede cambiar desde una Consejería de Sanidad ni ser controlada por la de Hacienda. Y, entonces, ¿cuál es la labor que deberían desarrollar Alba Vergés en Cataluña o Ana Barceló en Comunidad Valenciana? Bengoa cree que deben dejar que los microcosmos -áreas de salud, hospitales, atención primaria- experimenten con los cambios sin que ello le cueste el puesto a nadie. “Debemos olvidarnos del ordeno y mando”. ¿También la nueva ministra, Carmen Montón?
En otros países como Reino Unido, Estados Unidos, Canadá y Nueva Zelanda, las organizaciones sanitarias se atreven a experimentar cambios, y después a evaluarlos, y a corregirlos si es necesario. “Hay que ser humilde y a la vez arriesgado”, sostiene, en un propósito que no se podría adjudicar a casi ningún político que haya tenido responsabilidades sanitarias en los últimos 40 años. Quizá puede que haya habido algún consejero humilde, pero casi seguro que no encontraríamos a ninguno arriesgado.
Bengoa se suma a la necesidad de transformar el modelo asistencial, proclamada por consultores y expertos, pero los políticos prefieren otro camino: tanto la ministra Montón como las nuevas consejeras Vergés y Barceló parecen haber venido a conservar el sistema, recuperando características del pasado. De ahí que la última recomendación del ahora consultor se dirija más hacia las personas que hacia las organizaciones: si no podemos cambiar el sistema, cambiemos al menos el estilo de liderazgo.