Canarias está viviendo una intempestiva crisis de Gobierno que se ha llevado por delante, entre otros, al consejero de Sanidad, Jesús Morera. En realidad, el desenlace se veía venir porque la relación entre los socios del ejecutivo –Coalición Canaria y PSOE– no era la mejor y venía deteriorándose en los últimos meses. Tanto era así que el presidente regional, Fernando Clavijo, no dudó en criticar públicamente la gestión del consejero Morera, que por muy representante de otro partido que fuera, era al fin y al cabo uno de sus consejeros, al que en teoría debería haber defendido.
Pero, una vez más, la política vuelve a mostrar su demoledor instinto, pisoteando cualquier materia, por esencial que esta sea para los intereses de los ciudadanos, como es el caso de la sanidad. En concreto, el aún presidente Clavijo, un desconocido fuera de las islas, no ha ocultado su malestar con un departamento cuyo presupuesto “nunca es suficiente”, afeando a su ya exconsejero Morera la gestión que estaba haciendo de las siempre polémicas listas de espera.
Es evidente que la sanidad no puede ser la exclusiva preocupación de ningún presidente autonómico. Pero de ahí a considerarla como una especie de problema irresoluble, como parece derivarse de la queja del presidente canario, va un considerable trecho. Y es que para muchos políticos profesionales, la sanidad es, por encima de todo, una materia aburrida, en la que apenas hay margen para maniobrar o intentar sacar réditos de una gestión determinada. Seguro que muchos presidentes regionales tienen la sensación de que una gran parte del presupuesto que manejan, en realidad no lo manejan, porque se va directo a la sanidad, y aquí no hay nada que hacer.
Para más inri, como acaba de ocurrir en las Islas, los incrementos presupuestarios tampoco lucen porque el estado de las cosas sigue siendo básicamente el mismo. Y he aquí al presidente Clavijo, esforzándose por aumentar la partida sanitaria para que, después, no pueda percibir avance alguno; ni él en persona, ni por supuesto la ciudadanía, lo cual es mucho peor. Alguien debería explicarle al presidente que la sanidad lleva años infrafinanciada, no solo el Servicio Canario de Salud, que gasta mucho más de lo que recibe, y que sin un auténtico debate nacional sobre el modelo de sistema, de cobertura y de prestaciones que queremos como país, no será posible acabar con esta exigencia económica permanentemente expansiva.
Es posible que el exconsejero Morera lo haya intentado, pero con escaso éxito. De hecho, no tuvo reparos en reconocer que en su relación con el presidente se podía disentir, discutir y debatir, lo cual está muy bien como teoría política pero no como práctica de gobierno. Las disensiones en política son anticipos de ruptura, y otro ejemplo más lo hemos vuelto a tener con el Gobierno de Canarias.
De momento, y tras la destitución de Morera y otros consejeros socialistas, el presidente Clavijo ha decidido seguir adelante con la legislatura y gobernar en minoría, buscando apoyos de otros grupos políticos, empezando seguramente por el PP. En Sanidad, ha ubicado a la actual consejera de Política Territorial, Seguridad y Emergencias, Nieves Lady Barreto, como nueva responsable, aunque el nombramiento parece más circunstancial y provisional que otra cosa.
Al final, es claro que nunca es suficiente el dinero que se destina al sistema sanitario, pero tampoco el daño que las discrepancias políticas y humanas terminan generando en servicios públicos esenciales.