El Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) sigue sin gerente. No porque no haya habido candidaturas a la plaza vacante desde la jubilación de Manuel Matallanas, el pasado 29 de mayo. Simplemente porque los perfiles presentados no han sido del agrado de los responsables del Servicio de Salud del Principado de Asturias. ¿Falta de profesionalidad? ¿O falta de sintonía? Lo que ha ocurrido en el Sespa parece más lo segundo que lo primero, y vuelve a cuestionar el intento de las autoridades sanitarias por dejar la gestión al margen de la política.
Con toda la expectación que había levantado, el proceso de selección del gerente del HUCA ha resultado ser un fiasco, con consecuencias tanto para el Sespa como para los gerentes cuya candidatura se ha hecho pública. Cuesta creer que las autoridades asturianas no hayan encontrado un perfil ideal si lo que buscaban era solamente méritos profesionales. Y es lamentable que se pueda dudar de la profesionalidad de directivos de la talla de Alfonso Flórez (ex de La Paz) o de Modoaldo Garrido (gerente de la Fundación Hospital de Alcorcón), por citar dos de los nombres que han salido a la palestra, por no haber sido elegidos, cuando en teoría parecen perfectamente cualificados para el puesto.
El Sespa no ha dado apenas información del proceso y se ha limitado a dejarlo desierto y anunciar uno nuevo, que se hará por el procedimiento legal de libre designación con publicidad. Y recuerda que el HUCA no es un hospital más, sino que incluye la gestión del área de mayor tamaño y nivel de complejidad del Principado, con más de 6.000 profesionales, otro hospital -el Monte Naranco-, 19 centros de salud, 40 consultorios y 23 puntos de atención continuada. Los datos dan una idea del grado de responsabilidad que asumirá, si finalmente encuentran uno, el próximo gerente.
La libre designación es la opción más fácil para los políticos, que siempre tienen miedo de que el mérito profesional lleve también a la discordia y a la crítica. Un gerente próximo, aunque sea menos capaz, siempre podrá servir mejor a la causa, sobre todo si se trata de un gran hospital, en este caso el hospital por antonomasia de la sanidad asturiana.
Mientras tanto, el HUCA y su área de referencia siguen funcionando, porque no hay otra. Algunos dicen que no se nota la ausencia del gerente y decir eso es una villanía para con los directivos de salud y su función fundamental en el sistema sanitario. Cuentan que hasta el presidente asturiano, Javier Fernández, se ha interesado por la situación, elevando aún más la sospecha de que, al final, el proceso ha quedado desierto porque ha primado más la cuestión política.
A José Ramón Riera, gerente del Sespa, no le parece tan grave que no hayan encontrado el perfil adecuado. No es la primera vez ni será la última, ha dicho, convencido de que un procedimiento de este tipo no se puede cubrir de cualquier manera y que el elegido tiene que ofrecer las mayores garantías de que alcanzará los objetivos propuestos. Es una manera de elevar el listón en busca de credibilidad profesional, pero la selección de personal también se rige por elegir lo mejor posible entre lo posible, y no esperar al ideal.
La intensivista Dolores Escudero y el exgerente del Hospital de Cabueñes, Luis Hevia, han sido otros de los nombres que se han hecho públicos en estas semanas de rumores y tensión por saber el nombre del gerente más poderoso, con el permiso de Riera, de la sanidad asturiana. Nadie ha resultado elegido y la noticia, más que sembrar dudas sobre los méritos de los candidatos, arroja incógnitas sobre los criterios que utilizan los responsables sanitarios de Asturias para elegir a los gerentes. Desde luego, no son los que se intuían tras la convocatoria del concurso público para elegir al gerente del HUCA.