Podría ser uno de esos servicios autonómicos pequeños, versátiles, saneados, con notable calidad en sus prestaciones y servicios, y queridos y respetados en el Sistema Nacional de Salud. Puede que Osasunbidea, el Servicio Navarro de Salud, sea el mejor ejemplo de que esta realidad existe y corre paralela, sin sentirse intimidada, a la de los grandes organismos gestores, tan espléndidos en cifras y recursos como en problemas. Pero parece que el Servicio Murciano de Salud (SMS) no es Osasunbidea. Ni por asomo.
El Ministerio de Hacienda ha incluido su nombre en la temible lista de morosos con la Agencia Tributaria. Nada menos que 22,6 millones de euros tienen la culpa, a 31 de diciembre de 2015. Ya no se trata del retraso en el pago, algo muy propio, desafortunadamente, de algunos servicios de salud y de no pocos hospitales. Es pura y simplemente una deuda, de la que se sabe su existencia, pero nunca, y esto es lo temible, su final.
Los responsables políticos del desaguisado se han apresurado a intentar desmentir la noticia, pero el daño seguramente ya estaba hecho. El consejero de Hacienda de la Región de Murcia, Andrés Carrillo, ha aclarado que la deuda está saldada desde el pasado 2 de febrero y que se produjo por las tensiones presupuestarias propias de ese momento del año, tras el pago de la nómina y la paga extra de diciembre al personal al servicio de la Administración autonómica. Sin embargo, el nombre del Servicio Murciano sigue ahí, impertérrito en la lista, ocupando su lugar alfabético entre el Servicio Gallego de Prevención de Riesgos Laborales y Servicios Auxiliares Numéricos Sansa 98.
Los apuros del organismo no son nuevos. A primeros de año, empresas proveedoras denunciaron pagos pendientes desde agosto, pese al funcionamiento del Fondo de Liquidez Autonómica, impulsado por el Gobierno central. Por entonces, el agujero en las cuentas del SMS superaba ampliamente los 500 millones de euros, más del doble que un año antes.
Este miércoles se constituye en la Asamblea Regional una comisión de investigación sobre el SMS, que tratará de indagar sobre la situación de las listas de espera y, claro está, sobre la situación financiera del organismo. Promovida por Ciudadanos, la comisión quiere saber si la transferencia estuvo mal negociada y si es todavía, camino de quince años después de firmada, la causa principal que explica el recurrente déficit de la sanidad regional. La nueva formación política es muy crítica con la gestión realizada por el PP, y habla sin tapujos de “total anarquía”, con exceso de trabajadores, contratados sin convocatorias públicas y sin un plan de ordenación de recursos humanos que rija esta delicada materia.
El actual gerente del SMS, Francisco Agulló, sucedió a Manuel Ángel Moreno, que dimitió por la contratación irregular de varios profesionales en el área de salud de Cartagena y que había llegado al cargo poco antes, sustituyendo a José Antonio Alarcón. Este baile de directivos sería solo la punta del iceberg de un organismo que, como cuenta en detalle el diario La Verdad, se asemejaría más a una olla a presión que a un servicio de salud.
Si a las tensiones presupuestarias propias del persistente y delicado momento de la economía se le añaden actitudes directivas que poco o nada tienen que ver con el Código de Buen Gobierno implantado por la propia Administración regional para todos y cada uno de sus organismos, no son de extrañar menciones como las de Hacienda, que han terminado por rematar la precaria reputación del Servicio Murciano de Salud, cuyos actuales responsables tienen mucho camino por delante para rehabilitar su imagen que, en realidad, es el santo y la seña de la sanidad murciana. O por lo menos debería serlo.