En las tres patas de la función médica (asistencial, docente e investigadora), la última es la que más se relaciona con la voluntad. Investigar no es fácil, es costoso y requiere unas dosis de constancia y de paciencia que el sistema sanitario no parece en condiciones de permitirse. Sin embargo, todos los avances médicos de los que ya disfrutamos y todos los que están a un paso de llegar no sería posible sin la misión investigadora. La sociedad, que en última instancia es la principal beneficiaria de esta labor, no termina de entender la trascendencia de la investigación y, por lo tanto, no traslada con suficiente convicción a sus representantes políticos la necesidad de una apuesta más decidida en forma de presupuestos específicos y suficientes.
No cabe duda de que la situación está cambiando y puede que la Oncología haya sido una de las especialidades que más está contribuyendo a este progresivo cambio. La realidad del cáncer es hoy muy diferente gracias sobre todo a los avances en investigación. Y en esta transformación organizaciones como la Federación Española de Cáncer de Mama (Fecma) están jugando un papel fundamental.
Su labor está siendo reconocida esta semana por todo el sector, e incluso por la sociedad entera, que ha vuelto los ojos hacia un problema de salud frecuente pero, afortunadamente, cada vez con una mejor evolución. Oncólogos de la SEOM y de grupos cooperativos de investigación como Geicam y Solti han vuelto a sumarse a la iniciativa de concienciación de Fecma para insistir en la necesidad de seguir fomentando la investigación, no como opción, sino como deber ético para con las pacientes y sus familias.
“Necesitamos más ayudas, tanto para la investigación pública como para la privada”, ha proclamado Mª Antonia Gimón, vicepresidenta de Fecma, durante la presentación en Madrid del Manifiesto con motivo del Día Internacional del Cáncer de Mama 2018. “Es una oportunidad para las pacientes, y claramente nos beneficia, por lo que debemos apoyar y participar en esta tarea”.
En efecto, los ensayos clínicos son una excelente oportunidad para las pacientes, tal y como son planteados, con rigor y calidad y con arreglo a todos los requerimientos éticos. “Los enfermos no son cobayas, en ningún caso”, ha aclarado el oncólogo José Ángel García Sáenz, de Geicam.
Mientras permanezcan los efectos adversos del cáncer de mama, sobre todo en los ámbitos laboral y profesional, Fecma mantendrá su objetivo de “colaborar para que sea posible prevenir, curar y evitar horizontes teñidos de soledad, miedos y silencios”. Y, sobre todo, seguirá reclamando una mayor colaboración y una mejor coordinación entre las administraciones sanitarias y entre los hospitales del Sistema Nacional de Salud para seguir progresando en genómica y medicina individualizada de precisión.