Julián Pérez Gil, gerente del Servicio Cántabro de Salud (SCS), y su mano derecha, Javier González, han dimitido de sus cargos por problemas personales y de salud, derivados de la presión a la que han sido sometidos tras la denuncia de supuestas irregularidades en las contrataciones del organismo sanitario de Cantabria. Ellos defienden su gestión, aunque la consejera Mª Luisa Real ha aceptado sus renuncias como si de hecho las estuviera esperando. Una vez más, la política y la gestión chocan con la sanidad como telón de fondo.
Fue la jefa de Servicio de Contratación Administrativa y Gestión de Infraestructuras del SCS, Inmaculada Rodríguez, la que denunció a Pérez Gil y González por realizarcontrataciones a la carta. Según cuenta en detalle El Diario Montañés, la funcionaria explicó en un email que sufre “continuas injerencias” de González, en su condición de subdirector de Gestión Económica, y alerta de que su despacho “está ocupado por asesores externos sobre los que desconozco su relación con la Administración; se realizan reuniones con todo tipo de empresas que después son la base de las propuestas contractuales e intervienen en las evaluaciones de las ofertas asesores externos a la Administración a los que se les entrega documentación contractual”.
Los directivos defendieron su gestión y también su honorabilidad, y calificaron de especulaciones e intoxicaciones las denuncias. Sin embargo, la oposición política sí creyó la versión de la funcionaria y tanto PP como IU comenzaron a elevar la presión sobre el caso, que el Gobierno regional interpretó como una cacería personal. El asunto llegó al Parlamento de Cantabria y, frente a los diputados, Pérez Gil y González admitieron la posibilidad de algún error o incidencia administrativa, pero en ningún caso de ilegalidades.
Inicialmente, esta explicación solo convenció a los grupos que sustentan al Gobierno en Cantabria, PSOE y el PRC de Miguel Ángel Revilla. Incluso la consejera Real fue al Parlamento a defender a sus altos cargos, con el convencimiento de que la inmensa mayoría de su gestión había sido correcta. Sin embargo, solo unos días después, aceptaba seguramente con alivio la dimisión de ambos.
Después se ha sabido que la relación de Pérez Gil con Real no era la mejor y que, a juicio del primero, la gestión del SCS no se estaba valorando lo suficiente. En su carta de despedida, el directivo, en la línea de lo apuntado esta misma semana por el ya expresidente Mariano Rajoy respecto a España, venía a reivindicar los avances en la sanidad cántabra, reconocidos por los ciudadanos en el Barómetro sanitario. Sin embargo, no ha sido una razón suficiente para su supervivencia política.
Un informe del Gobierno regional reconoce algunos errores administrativos en la gestión de contrataciones, pero sin implicaciones penales. La Fiscalía tiene ahora que ver si las denuncias podrían acarrear alguna consecuencia más que las que ya ha provocado en la dirección del SCS, que tiene nuevo titular, el pediatra Benigno Caviedes.
Vuelve a comprobarse que en la sanidad, como seguramente en otras áreas de actividad, la política va por un lado y la gestión y los técnicos, por otro, y que generalmente, la situación más débil es la de estos últimos.