El hospital es un lugar aparentemente accesible, al que es mejor no tener que ir, pero que se abre de par en par para atender lo mejor posible a sus visitantes, principalmente pacientes. Sin embargo, para amplias capas de población sana (y asustadiza), el hospital es un gran desconocido, un sitio del que es preferible estar lejos y que, por lo tanto, no se conoce. Hay gerentes que quieren cambiar esta impresión y llevan tiempo intentando abrir sus centros a la sociedad que los rodea. No está siendo fácil, ni inmediato, pero algo se está moviendo.
Tirar las fachadas de hospitales y centros de salud. Esta es la propuesta que José Manuel Aldámiz, gerente de los sectores I y II de Zaragoza, y sus colaboradores interiorizaron hace meses para conectar con entorno y comunidad, evitando así que la organización en su conjunto siguiera siendo el bicho raro de siempre. Evidentemente, no se trataba tanto de demoler las estructuras arquitectónicas sino más bien de encontrar una buena razón para ir al encuentro de la sociedad. Y no fue una sola; fueron doce.
El programa 12 meses, 12 causas ha sido una de las píldoras innovadoras presentadas en una jornada sobre responsabilidad social en el ámbito sanitario celebrada en el Hospital 12 de Octubre, de Madrid. El gerente Aldámiz la ha presentado con una exquisita cautela y no poca modestia, sabedor de que algo está pasando en la sanidad, que la hace cada día más innovadora, más solidaria y más responsable. Pero ciertamente su presentación ha sido de las más celebradas y de hecho el público asistente a la jornada la ha reconocido como la experiencia más pedagógica y también la más solidaria.
¿Y qué contó en realidad Aldámiz? Pues más que explicar las muchas y muy variadas actividades que sus centros llevan impulsando en los últimos doce meses para acercarse a la comunidad con la salud y la prevención por bandera, el gerente acertó de lleno con la metáfora de la fachada, que es la que ha tenido durante muchos años al hospital ensimismado, pendiente de sus procesos, de sus médicos, de su tecnología, de sus operaciones y de sus indicadores, e ignorante del pulso social que latía a su alrededor.
Afortunadamente, la iniciativa de los centros zaragozanos, que incluye a hospitales tan importantes como el Miguel Servet o el Royo Villanova, no es la única de un Sistema Nacional de Salud cada vez más convencido de la importancia de la conexión social. Cada vez más hospitales derriban figuradamente sus fachadas y buscan a nuevos interlocutores para dar a conocer una nueva imagen que no se detenga en la enfermedad y en la asistencia. La curación, siendo básica e imprescindible, no es ya el único propósito de hospitales cuyo corazón empieza a vislumbrarse en el interior de su estructura.