En estos días convulsos y peligrosos, parece que la única deslealtad para con España y todos sus ciudadanos la está cometiendo (una parte de) Cataluña. Pero acercando el foco y fijándonos en concreto en la Sanidad, ha habido y hay otras muchas deslealtades, que quizá no vayan a terminar en una declaración unilateral de independencia, pero sí que están afectando a los derechos y garantías que emanan de un Sistema Nacional de Salud, que debería ofrecer la misma atención a cualquiera de sus beneficiarios, no importa el territorio en el que se encuentre. A esas deslealtades las ha puesto nombre todo un presidente de la Organización Médica Colegial, Serafín Romero. Y encima las ha enumerado y le salen tantas como otras 16.
El primer representante de los médicos ha venido a decir, con absoluto tino y oportunidad, que “la ley permitía descentralizar la sanidad y eso ha sido bueno en muchos sentidos, pero no hay nada en la ley que diga que hay que crear 17 deslealtades. Deslealtad es tener un presupuesto completamente diferente, tener recetas no interoperables, 17 sistemas informáticos diferentes, deslealtad es no dar cifras y no compartir datos. La ley decía lo que decía, no lo que finalmente se ha creado”. Y para que nadie se crea que la deslealtad parece un asunto exclusivamente autonómico, Romero añade que también es desleal no disponer de un fondo de cohesión sanitaria, cuya responsabilidad es del Ministerio de Sanidad. El Estado, en suma, también ha sido desleal.
Sus palabras en el I Congreso Nacional de Pacientes han retumbado en el sector con la fuerza de verdades inapelables, a las que nadie se atrevería a oponer un solo argumento, de lo evidentes que parecen. Sin embargo, la realidad es lo único que no las acompaña: “Podemos tener 17 modelos sanitarios distintos, pero no tratar de 17 maneras diferentes a los pacientes. Y hasta que no haya un brazo ejecutor que permita evitar esto, seguirá sucediendo”. Es decir, desigualdad y desequilibrios, justamente lo que no debería ocurrir en un sistema nacional. Pero, francamente, dando por sentados los 17 modelos sanitarios, es difícil, pero que muy difícil conformar un auténtico sistema nacional, equilibrado e igual para todos.
El brazo ejecutor al que alude Romero podría ser un Ministerio fuerte y con competencias, lo cual hoy por hoy es poco probable de imaginar. Más bien parece señalar al Consejo Interterritorial, no al actual, sino al que desde hace tiempo se viene proponiendo en algunos ámbitos, pero que no termina de adoptar una forma definitiva. Con todo, parece que estamos más cerca que nunca de decisiones vinculantes gracias a un nuevo reglamento que apunta a mayorías de dos tercios para que lo acordado entre Ministerio y autonomías sea finalmente ejecutado por todos, independientemente del voto de cada cual.
Sobre el futuro del Interterritorial, que es tanto como averiguar en qué consistiría la lealtad institucional que tanto echa de menos el presidente de la OMC, se ha pronunciado, en entrevista con Diariofarma, la consellera valenciana Carmen Montón: “El Consejo Interterritorial no puede ser un decorado. En estos momentos así lo sentimos, no se atiende a ninguna petición ni a ninguna reivindicación, ni se cuenta con las comunidades autónomas como, por ejemplo, en los tratamientos de la hepatitis C. No se cuenta con las comunidades ni para fijar el precio ni para fijar estrategias, y tiene que ser de verdad un órgano de participación, un órgano colegiado. No se puede estar de convidado a unas decisiones que luego tú tienes que ejecutar. Creo que hay que cambiar el funcionamiento. El modelo que plantea el Ministerio es mucho más centralista y eso, con las competencias transferidas, no parece muy coherente”.
En efecto, no parece muy coherente porque las autonomías siguen mandando, y mucho, en la sanidad de sus pequeños territorios. Y, según Montón, quieren también poder mandar en aquello que no les es exclusivo, pero sobre lo que pueden tomar una decisión, cualquiera que sea. Pero entonces el futuro será el de la profundización de los 17 modelos sanitarios, a cual mejor, más diferente del vecino y más reacio a la colaboración. Es decir, las 17 deslealtades otra vez en danza; y no solamente la de Cataluña sino la de todas las autonomías que piensan exclusivamente en su servicio de salud, olvidando que forman parte de un sistema nacional. Y sin olvidar la deslealtad de un Ministerio, sin capacidad de liderazgo y refugiado en la literalidad de sus escasas competencias.