El consejero de Sanidad de la Región de Murcia, Manuel Villegas, no ha tenido reparo alguno, al año de llegar al cargo, en proclamar poco menos que la defunción de la gestión clínica como alternativa de transformación y mejora de las estructuras asistenciales. Lo ha justificado inicialmente por la falta de la necesaria cobertura legal, un problema que ya viene de lejos, pero también no ha disimulado su escasa fe en la fórmula, puesta en práctica por el Servicio Murciano de Salud (SMS) con un solo resultado: fracaso.
En una entrevista con Pilar Laguna, de Diario Médico, Villegas ha respondido sin rodeos a la pregunta de si se replanteará implantar la gestión clínica. “No”, ha contestado, para a renglón seguido recordar que “en el SMS hubo varias experiencias que fracasaron, sobre todo porque se requiere un desarrollo normativo que no existe”. Y luego ha desgranado claramente los problemas: “Si no puedes contratar un perfil profesional concreto, ni incentivar ni penalizar según resultados, eso es poca autonomía de gestión”. Y sin autonomía, no hay gestión clínica que valga.
Para dar más fuerza a su análisis, el consejero aporta una alternativa porque, como todo político, tiene la obligación de buscar el cambio para mejorar las circunstancias presentes: “Hoy día aspiramos a trabajar por procesos, todo se consensúa en sesiones clínicas y los pacientes exigen compartir decisiones. ¿Para qué dar protagonismo a una unidad o servicio tal como son hoy?”. Para que funcionen mejor, decían los defensores de la gestión clínica. El consejero Villegas no cree en esta posibilidad.
De hecho, llega a identificar la gestión clínica con “la estructura piramidal de los hospitales [que] es muy arcaica y ya no está en el futuro”. Y finalmente, sentencia: “En realidad, la gestión clínica impide evolucionar hacia un sistema transversal”, que es precisamente lo que Villegas, especialista en cardiología, ve en el futuro inmediato. Otra cosa será cómo y cuánto costará llegar hasta ahí.
Sin una normativa que la ampare, con sentencias judiciales desfavorables en las pocas autonomías (Castilla y León) en las que se está aplicando a fondo, la gestión clínica parece abocada al olvido, cuando no directamente a la extinción, igual que otras fórmulas de gestión que han ido cayendo en desuso por el gran ruido político surgido a su alrededor.